Este texto habla sobre las
diferentes emociones y la importancia de identificarlas. Lo primero de gran
importancia que surge en este texto, es que necesitamos superar el “obstáculo
del yo”, señala Antonio Damasio, y ese “yo” se trata de la identidad.
Se nombran las emociones
primarias, las que se consideran como estados intrínsecos, es decir esas
respuestas naturales que surgen por los diferentes acontecimientos (felicidad,
sorpresa…). Más adelante, aparecen las que desencadenan del proceso de
socialización, las emociones secundarias, las cuales son mucho más complejas
(envidia, culpa…).
Como ya hemos dicho antes, es muy
importante identificar su origen, con el fin de educarlas como parte de la
educación de nuestra mente. Para ello hay que tener una conciencia plena, estar
alerta. Según Goleman, la inteligencia emocional es el centro de la buena
práctica profesional, en nuestro caso, como docentes. Además, añade que hay que
tener una buena salud emocional y que la biografía personal, la carrera
profesional, el contexto social y los factores externos influye en la salud
emocional y cognitiva. En esto estuvimos todxs de acuerdo y es algo que
trabajamos y se confirmo con las tecnografías.
A raíz de esto, otro aspecto que
comentamos fue que, en muchas ocasiones el interés del niñx se pierde ya que no
entienden sus emociones, y que es tarea de lxs educadorxs, el ayudar a
identificarla. Una cita que me inspiro mucho de Goleman es “una visión de la naturaleza
humana que ignore la fuerza de las emociones es tristemente miope”. Es decir,
para ser afectuoso y estimular a un alumno que se muestra constantemente
grosero o sin interés, hace falta un trabajo emocional.
En el caso de Boler, afirma que
todxs podemos contar mucha historias de terror sobre nuestra experiencia
escolar que ejemplifican la humillación, la vergüenza, la crueldad, el miedo y
la ira (esta ira se debe a la falta de emoción) y, a veces, la alegría, el
placer y el deseo. Por esto, llegamos a la conclusión de que para mantener la
pasión, es vital que las emociones positivas superen a las negativas.
“Cuanto más controlado está el corazón, más valoramos el corazón
incontrolado” (Hochschild, 1983, p.
192).
Las definiciones de Hochschild de
los “buenos” maestros mencionan las virtudes del afecto, la igualdad, la
justicia y la preocupación personal. Para encontrar la identidad profesional
del docente, hay que controlar la propia personalidad, pero no hasta el punto
de que las emociones se conviertan en bienes de consumo. En mi opinión ser un
buen docente es una tarea muy complicada tanto profesional, como personalmente,
pero muy gratificante.
Esto quiere decir, que si uno se
identifica tanto con el trabajo que lo convierte en el centro de la propia
vida, corre el riesgo de quemarse y, aunque la opción opuesta, considerar la
enseñanza como “un mero trabajo”, evita ese riesgo, el alejamiento emocional de
yo y de lxs demás puede traducirse en cinismo y alienación, por eso hay que
buscar el punto medio por muy complicado que sea. Aunque haya que controlar el
corazón, también hay que dejarlo que lata con libertad.
Sin embargo, otra idea que
transmite este texto, es que cuando estamos alterados por emociones fuertes, la
mente emocional inunda la mente racional. Cuando esto sucede, es fácil que éste
tenga poca capacidad de atención para mantener en la mente los datos necesarios
para terminar una tarea.
Una parte de una cita de Palmer
sobre la identidad profesional e identidad personal: “Si no me conozco a mí mismo, no puedo saber quiénes son mis alumnos,
los veo a través de un cristal oscuro, en la sombra de mi vida no revisada; y,
cuando no puedo verlos con claridad, no puedo enseñarles bien. […].” La
cual, en mi opinión, tiene mucha coherencia. Como todo en la vida, antes de
conocer lo que te rodea, te tienes que conocer a ti mismx.
Por lo tanto, las identidades
profesionales de los docentes están asociados con la materia que enseñan, sus
relaciones con lxs alumnxs, sus papeles y las conexiones entre éstos y su vida
fuera de la escuela. Añadir, que cuando olvidamos quiénes somos, no nos
limitamos a perder algunos datos, nos desintegramos. Como concepto, la
identidad está íntimamente relacionada con el concepto de yo. Ambos son
constructos complejos y ello se debe en gran parte a que se basan en
importantes áreas teóricas y de investigación de la filosofía, la psicología y
la psicoterapia.
Más adelante del texto aparece la
identidad activista. Sachs identifica dos formas contrapuestas de identidad
profesional: la empresarial y la activista. La primera, la autora la asocia con
lxs profesorxs eficientes y responsables, pero es individualista, competitiva,
controladora y reguladora. En cambio, la activista, está impulsada por la
creencia en la importancia de movilizarse en beneficio del aprendizaje de lxs
alumnxs y de mejorar las condiciones, se basa en las experiencias democráticas.
Yo creo que lo hablado hasta
ahora lo refleja en cierto modo James-Wilson en su cita: “El modo en que los maestros forman sus identidades profesionales está
influido tanto por lo que sienten de sí mismos como por lo que sienten de sus
alumnos. […].”
Por otro lado, Geert Kelchtermans
señala que el yo profesional, como el yo personal, evoluciona con el tiempo y
que está constituido por cinco aspectos interrelacionados: autoimagen,
autoestima, motivación para el trabajo, percepción de la tarea, perspectiva
futura, estabilidad en el trabajo y vulnerabilidad.
El último tema que trata el texto
son las identidades cambiantes. La identidad está constituida por la mente, el
corazón y el cuerpo. Las identidades son una amalgama de biografía personal,
cultura, influencia social y valores institucionales, que pueden cambiar de
acuerdo con la función y la circunstancia. Sobre esto, comentamos en clase que
nuestra identidad está permanentemente en construcción.
Una afirmación de Day y Handfield
es que las identidades no son estables, sino discontinuas, fragmentadas y
sometidas a cambios. La emoción es un vínculo necesario entre la estructura
social y el actor social, que seríamos nosotrxs, y que la emoción está
implicada directamente en la transformación, es decir, la emoción sería el
motor del cambio.
En definitiva, enseñar bien no
sólo depende de saber qué enseñar, sino también de conocer a quiénes se enseña.
La interacción entre lo privado y lo público, la vida personal y la vida
profesional, que están en permanente relación, es un factor clave. Es decir, es
primordial el sentido de identidad y de la satisfacción en el trabajo y, sobre
todo, la capacidad de mantener su pasión, nuestra pasión, mi pasión por la
enseñanza.
"Foto" realizada en clase sobre las ideas más destacadas.
Fuente: Propia.
Fuente: Propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario